"Si, al igual que yo, sois de los que creeis que tenéis poco que enseñar, mucho que aprender y aún más que compartir, éste es vuestro blog".

martes, 29 de diciembre de 2015

JP-777. UNA JORNADA ABURRIDA DENTRO DEL RÍO Y ACCIDENTADA FUERA DE ÉL, PARA TERMINAR EL AÑO. Domingo, 27/12/2015

Esta trucha quedó deslumbrada por el flash de la cámara como una estrella de cine, aunque esta vez lo aburrido de la jornada rivalizó con tostones del celuloide dignos de la mejor VOSE (versión original con subtítulos en español), o de la cinematografía de Igmar Bergmann.  


La última fario del año 2015.  La primera del 2016 llegaría solo seis días más tarde, pero eso ya es otra historia que os contaré en su momento.  





JORNADA DE PESCA Nº 777



Todo y que el desvede de los cotos trucheros, aquí en Catalunya, llegó unos pocos días antes de comenzar a escribir este artículo, el mismo hace referencia a una jornada de pesca situada a principios del invierno que, a día de hoy, está pronto a terminar.
Quizás, lo mejor que tiene esto de contar las aventuras y desventuras de los días de pesca con tanto retraso es, no lo dudéis, el que el artículo publicado no puede ser usado de modo especulativo por pescadores proclives a la pereza mental (o sea, de los que "a mi que me lo den todo hecho") o, en el peor de los casos, por furtivos que hagan mal  uso de la información.
Ahora, ya con la distancia que marca el tiempo, os puedo decir que la jornada de pesca que nos ocupa transcurrió en la zona libre sin muerte del Ter, y no en el coto intensivo de Anglès, como se anunció en el avance del artículo que hice en Facebook la última semana de diciembre.
El motivo de esta "mentira piadosa", no era otro que no dar tanto que hablar con esa zona libre sin muerte en concreto, que se ha ido convirtiendo, con el tiempo, en un codiciado objeto de deseo de muchos pescadores, tanto legales como ilegales.
Sin embargo, os puedo bien asegurar que las mentiras pías se han acabado, por lo que a mi respecta, para con esa zona libre sin muerte en concreto, así como también todo intento por mi parte por la mantener la opacidad informativa respecto a la misma.
El motivo que me han llevado a tomar esta decisión ha sido el exceso, rayano al bombardeo mediático de fotos e incluso videos de esta zona en las redes sociales, hasta ultra pasar los límites de aquello que es cansino. Y, por favor, espero que nadie se atreva a insultar mi inteligencia y, creo que la de mis lectores, diciendo aquello de que "son solo fotos (o videos) y no se explica nada más", cuando a fecha de hoy, sobre todo en el mundo de la pesca, el mas tonto hace relojes y bien poco cuesta saber de que río se trata. Vamos a ver, si todo el mundo hiciera las fotos en "lugares sensibles" como las hago (mano, pez y agua como fondo, o como mucho un primer plano contra un impersonal muro de vegetación), seguramente se podría mantener la discreción que tantos exigen, pero como se ve que casi nadie está satisfecho con las imágenes fijas o en movimiento que cuelga si no es exhibiendo trofeos (eso si, con los brazos bien estirados), eso de no dejar cabos sueltos con respecto al documento gráfico va a ser muy difícil, máxime cuando salen en los mismos puentes, azudes, líneas de alta y media tensión,  instalaciones deportivas fluviales... e incluso casas. O sea, todo aquello que es vulnerable de ser identificado, con una herramienta informática tan sencilla y tan al abasto de todos, como el Google-Maps.
Por el contrario, mis artículos, en los que por cierto ni se menciona el tramo concreto de río pescado y siempre cuentan con escaso material gráfico, a fin de que no robe protagonismo a la letra, son la antítesis de todo el batir del bombo mediático y el chocar de platillos de de las redes sociales, máxime cuando, desgraciadamente, la inmensa mayoría de usuarios, independientemente de sus buenas intenciones para con la información en ellas expuesta, prefiere la comodidad y el poco esfuerzo intelectual de la imagen antes que esforzarse en leer. Y no lo digo yo; a las estadísticas sobre pobreza lectora en nuestro país me remito. Al fin y al cabo "en este país, la gente no lee ni las etiquetas de los champús" (Karlos Arguiñano dixit).
Aparte de esto, quisiera utilizar este preámbulo del presente artículo para desmitificar un tanto esta zona en concreto. Es cierto que a lo largo de los muchos kilómetros de la misma (67 si contamos de la desembocadura al puente de Sant Julià de Llor, cerca de 20 si nos ceñimos a los que quedan dentro de las comarcas del Gironès y La Selva) hay truchas grandes. Pero también las hay de pequeñas, e incluso hay grandes tramos de la misma en que no hay presencia alguna de salmónidos.
Tampoco esta zona, valorada en toda su extensión, es un paraíso truchero como alguno piensa a tenor de las fotos y videos que ven en las redes sociales. Hay gente que la conoce bien, y hay gente que además de conocerla muy bien sabe pescarla aún mejor, y por eso sus resultados son espectaculares. Pero de ahí a pensar que, en este tramo del Ter, las truchas saltan fuera del agua a comer incluso las moscas que cuelgan del borreguillo del chaleco media un abismo.
Lo normal, para un pescador mediocre, como por ejemplo yo, que no frecuente con asiduidad la zona de marras, como es mi caso, es que obtenga las mas de las veces que va, salvo contadas excepciones, resultados que fluctúan entre lo discreto y lo pobre. Para muestra, un botón: seguid leyendo y veréis una jornada-tipo de las mías en esta zona en un día del recién estrenado invierno.
La jornada que ocupa esta crónica tuvo lugar el último domingo del año 2015, o sea tal día como un 27 de diciembre. En un principio, con el pavo, los canalones y los turrones saliéndome por las orejas, tras tres días seguidos de bacanal gastronómica (San Esteban es festivo en Catalunya), tenía previsto ir a pescar, precisamente a la zona libre del Ter, el lunes 28, día de los Inocentes, pero tuve que rehacer mis planes para acomodar en mi agenda un compromiso familiar, así que a contra pronóstico terminé pescando en uno de los días más inusuales dentro de mis posibilidades: un domingo.    
Bajo un sol matinal bonancible, más típico de un día de mediados de otoño que no de casi las vísperas de Año Nuevo, me dí una  buena caminata para llegar al río, desde un pueblo que ni tan solo es ribereño en donde había dejado el coche en lugar seguro, aprovechando la circunstancia para quemar las calorías innobles derivadas de la ingesta descontrolada de polvorones de Estepa, turrones de Jijona y "Panes de Cádiz", acumuladas durante los copiosos ágapes navideños.
Llegado al Ter, aquí más un río de llanura que ni tan solo de baja montaña, pude comprobar que el mismo magro caudal del coto de Anglès persistía muchos kilómetros río abajo, quizás con un ligero repunte al alza provocado, a buen seguro, por la aportación de agua de torrentes y algún que otro canal.
Algo, quizás un pálpito, una intuición o algo similar, me hizo pensar, nada mas meterme en el agua, que esta jornada de pesca sería de las de "para olvidar". Horas después, en una tarde vestida de negra noche, volvería a casa con la confirmación de que así fue. A veces, despreciamos con demasiada facilidad lo intuitivo en detrimento de lo racional y eso en pesca nunca debe hacerse: al fin y al cabo la pesca no es, afortunadamente, una ciencia exacta.
La tónica general del día, en lo que a acción de pesca se refiere, fue de aburrimiento. Un tedio causado tanto por la escasa actividad de las truchas, como por la falta de picadas. Quizás, la única bueno del día fue el poder pescar largo y lanzando, moviendo tanto pequeñas ninfas, como tándems o secas con ayuda de la cola de rata. Pese a lo bajo del caudal, la anchura de este río siempre permite pescar abarcando mucha lámina de agua. Posiblemente, me hubiera ido mejor faenar al hilo con caña larga, como está tan en boga entre la parroquia mosquera de unos años a esta parte, pero la verdad es que este tipo de pesca -que no niego para nada sea productiva- no me entusiasma demasiado por dos motivos: es poco ética y es demasiado posibilista. Me explico: esta carencia de ética no tiene nada que ver con quien la práctica (faltaría más) sino con la filosofía de la misma en si: por más que se lleve a cabo con una caña de mosca, al no ejecutarse acciones de lance con la cola de rata no se la debería considerar auténtica pesca a mosca, todo y que según en que escenarios a veces nos vemos obligados a pescar así aun y con la caña corta. El posibilismo deviene de que esta especie de híbrido entre la pesca a mosca y la pesca al tacto nació en el mundo de la competición, en donde lo que prima es pescar mucho, y la verdad es que yo no voy al río a pescar mucho, sino más bien a pescar como a mi me gusta y me satisfaga más... aunque pesque poco.
Tampoco es que a lo largo de la jornada me moviese mucho por el río. No es que "defendiese el fuerte" como en otros ocasiones y en otros escenarios, ya que no había ninguna actividad constante de los peces que justificase que no me moviese de una misma postura durante horas, pero tampoco es que me diera precisamente un palizón de andar y vadear. Con todo, el periplo río arriba se compuso de un parado de agua, una tabla de corrientes lentas, un batiburrillo de corrientes con muchas vetas, una corriente moderada y vuelta al parado de agua para acabar la jornada.
El bolo lo evitó una trucha pequeña, una fario de esas que hacen apenas un palmo, que tomó el perdigón de pequeño tamaño que estaba lanzando en el fragor de la corriente, tras haberlo enganchado varias veces en piedras y otros obstáculos sumergidos dado el escaso calado del escenario. Era ya casi el mediodía, y el simpático animalito fue a dar con mi ninfa en donde menos me lo esperaba.
 Tras un largo silencio en superficie, por fin las pocas truchas dieron la cara por arriba a primera hora de la tarde. A pesar de contar con la ventaja de la corriente, que siempre enmascara presentaciones pésimas, y de que estaba seguro de que estaban cebándose a un bétido amarillento, no hubo manera de que le hicieran caso a mis moscas: ni cambiando de patrón, ni esmerándome en presentarlas haciendo las rectificaciones del bajo de linea que fueran necesarias: nada de nada.  Hay momentos en que uno ha de tomar la decisión de o seguir estrellándose contra un muro o buscar mejor suerte en otra parte. Yo, decidí darle al muro con otro tipo de martillo.
La mejor hora del día, o por lo menos la mejor de los días del invierno, o sea esas "de una a dos" que muchos llaman "la hora del mosquito" la había dilapidado bregando contra peces que estaban muy, pero que muy selectivos. Cerca de las tres de la tarde, en esta época tan crepuscular del año uno cree que ya esta "todo el pescado vendido". La actividad de las truchas en superficie, que había sido más bien escasa, se ralentizó a la mínima expresión. Hubiera tenido que irme a buscar suerte a otra parte del río, pero... estaba demasiado cansado, sobre todo mentalmente, como para  ir en busca de aventuras inciertas en las postrimerías de la jornada, así que sometí la postura a un auténtico, persistente y machacón bombardeo con ninfas super-ligeras, incluyendo algunas sin siquiera bola metálica, lanzándolas lo más lejos que podía, y dejándolas derivar hasta la misma dragada en busca de las picada que en superficie me fueron negadas.
Al machaque tuvo escasos resultado, pero al menos los tuvo: al final conseguí hacer entrar en el salabre un par de truchas fario más, la una de unos 30 cms. y la otra de un poco más, que enmascararon un poco los pobres resultados del día.
Los "minutos basura" de la jornada, o sea esa escasa última media hora en que ya pescas por pescar, más que nada por puro onanismo mental  ("todavía hay partido", "ahora saldrá la grande que no he pillado en horas", etc.), la pasé intentando sacar algo de provecho de las esporádicas cebas que se dejaban ver en el parado de agua por donde había entrado al río. en la ya lejana mañana. El resultado: lo mismo que se comió Clavijo... y como dice el impagable Chiquito de la Calzada: Hasta luegorrrrr Lucas.
Esta elección de volver a este sitio fue determinante para la fatalidad que vino después: al salir del río, en medio de una orilla enmarañada de vegetación tropecé con una piedra que ni vi, no tuve los reflejos suficientes para poner los brazos de por medio a tiempo, y fui a impactar con el tórax en una roca, dándome un fuerte y doloroso golpe. Fue tal el dolor que incluso me mareé y por un momento creí que me había roto alguna costilla. Por suerte, la mucha ropa que llevaba amortiguó el impacto y evitó que la lesión fuera más allá de una fuerte contusión que. eso si, me mantuvo cerca de un mes dolorido y tomando ibuprofeno tres veces al día.    
El dolor y el stress de la situación hizo que no tuviera humor ni para ir a merendar como es mi costumbre al acabar la jornada. Bueno, al menos esta vez tampoco lo eché de menos, dado el atracón de comida de las fiestas de Navidad... y el que me esperaba para ese Año Nuevo que quedaba a apenas cuatro días. Un nuevo año en el que tardaría bien poco en pisar el río con la caña en la mano y un fuerte dolor en las costillas, pero eso, queridos amigos, es otra historia y ya os la contaré en su momento.



JORNADA DE PESCA Nº 777



Domingo, 27 de Diciembre de 2015

Temporada 2015 - 2016 - Nº 12

Zona libre sin muerte del Ter
Río Ter

Pescador: Ferran RUBINSTEIN

Capturas: 3 truchas fario a ninfa

Equipo de pesca a mosca:

Caña: Vision GT-Four - 9 pies - línea 5
Línea: Adams 6 WF - flotante
Carrete: Sage 4550

Climatología: soleado y templado.

Caudal: bajo

Condiciones de vadeo: vadeo sin dificultad, siendo recomendable el uso del bastón de vadeo por lo resbaladizo de las rocas.

Hora de inicio de la jornada: 10,15 h.
Hora de finalización de la jornada: 16,45 h.

La música de hoy:

Viaje de ida:

Sinfonía en "RE" mayor
Luigi Cherubini

Obertura "Fausto"
Emilie Mayer

Obertura "Festiva"
August Klughardt

Viaje de vuelta:

Concierto para piano y orquesta nº 2
Concierto para violoncello y orquesta
Charles V. Stanford

Obertura sobre temas de marcha militar española
Mily Balakirev

"Coro de la Luna" (de la ópera "Las alegres comadres de Windsor")
Otto Nicolai

Líneas Tensas!


Ferran RUBINSTEIN.

sábado, 12 de diciembre de 2015

JP-776. EN "FORT ANGLÈS" NO SE OYE AL TAMBORILERO RAPHAELIANO, NI SE VEN BURRAS CARGADAS DE CHOCOLATE. Sábado, 12/12/2015.



Esta fue la trucha de mejor porte, en una jornada marcada por las capturas de ejemplares "palmeros" de truchas juveniles.


¡¡Sardinillas!! Estas truchas "palmeras" fueron las protagonistas de una jornada de ambiente pre-navideño. Quizás las grandes farios e irisadas se habían ido de compras al centro comercial más cercano, o estaban cargando de chocolate a una burra que tenía que ir a Belén (rin, rin, yo me remendaba, yo me remendé)  




JORNADA DE PESCA Nº 776



De nuevo, estoy escribiendo acerca de una jornada de pesca que queda ya bastante lejana en el tiempo con respecto a un presente en donde estoy sentado frente ordenador, en una tarde soleada aunque fría de primeros de marzo, a muy pocos días de que se desvede la trucha aquí, en Catalunya, mientras escucho con auténtico deleite esa pequeña maravilla musical que es el Concierto para piano y orquesta en SOL menor de Jozef Wieniawski.
El invierno, que aún no había llegado el día de pesca que os voy a contar, ha sido duro en lo que a pesca se refiere: otro año más me he enfrentado a la soledad y dificultad de esas zonas libres sin muerte que, al estar fuera de aguas trucheras, se pueden pescar todo el año, en las cuales es posible pillar alguna trucha a base de mucha fe y de mucha paciencia. Por suerte, este invierno se me ha hecho corto, ya que he alternado los días de pesca con excursiones de senderismo, junto con mis amigos del club excursionista del que soy socio desde hace cerca de treinta años. En definitiva, nada que no venga haciendo cada otoño e invierno, con la salvedad de que, de unos años a esta parte, el declive de los intensivos de repoblación, que antes tanto animaban el tiempo de veda, hace que cada año, durante los meses más fríos, me aventure más en pescas menos especulativas, todo y que mas arriesgadas.
Pero esas aventuras de sufrida pesca invernal, mencionadas en el párrafo anterior,  ya os las contaré cuando llegue el momento. Ahora toca volver al corazón del mes de diciembre, a esos compases finales del otoño caracterizados por las pocas horas de luz solar y las largas noches. Vísperas de Santa Lucía, el día de la mínima luz diurna, y tiempo pre-navideño de vorágine consumista, villancicos aflamencados y machacones y un parecer que se acabe el mundo en casi todos los trabajos que terminan con un balance anual.
La jornada que nos ocupa, tuvo lugar en uno de esos sábados lánguidos y tristones, tan propios de las cercanías de las fiestas navideñas. De nuevo, en "Magic Anglès", aunque el coto estaba bastante irreconocible de la poca gente que había pescando. Supongo que las ferias navideñas y los centros comerciales debieron ser, en gran medida, los responsables de la poca afluencia de pescadores. En fin, mejor para los que preferimos estar en remojo y pasando frío antes que soportar la histeria colectiva del consumo compulsivo, esta vez salpimentado por los tópicos villancicos y sus letras absurdas e incluso surrealistas (mulas cargadas de chocolate -rin, rin-, peces que beben en el río y tamborileros raphaelianos mas incansables que el conejo de las pilas Duracell).      
El día amaneció con niebla y temperaturas ligeramente negativas, y siguió así hasta cerca del mediodía horario cuando, poco a poco, se fueron abriendo claros que permitieron disfrutar un poco de un sol tardo-otoñal que hizo subir levemente el mercurio.
Otra semana más, aguas abajo de la presa del Pasteral, el caudal del Ter seguía secuestrado por "la mano que acciona la compuerta", que lo mantenía con los mismos miserables y ecológicamente insostenibles 5 m3/seg., caudal raquítico este, que ha sido la tónica dominante en esta gran arteria fluvial catalana desde el final de pasado verano, tal y como habéis podido leer en los artículos precedentes de este blog.
Por suerte, ya que hasta los caudales mínimos pueden tener alguna cosa buena, el estado del río no estaba para otra cosa que pesca larga, lo más ligera posible (o "jogo bonito", valga el símil balonpédico), así que pude disfrutar de un día entero sin recurrir a improvisadas pescas a algo que se parece vagamente a la pesca "al hilo", o a encomendarme a San Tungsteno Glorioso, patrón de las ninfas abisales de las pozas profundas y corrientes fragorosas, esas que de caerle al pez en la cabeza, a buen seguro le hacen un voluminoso chichón.
Armado con los excelentes y bien calibrados bajos de línea "hand made" de mi amigo Alfredo C, de La Rioja, pude disfrutar de un día de pesca de los de no parar de sacar linea del carrete por la puntera de la caña, usando tanto ninfas ligeras, como moscas secas a palo seco, valga la redundancia.
Los primeros compases de la jornada, transcurrieron infructuosamente prospectando una tabla de aguas casi paradas. Poco después, me aventuré un poco más arriba, también escenario tipo tabla, pero con algunas vetas ligeras de corriente. Entre allí y el final de las mismas, el bullir del agua en el pequeño salto de agua que hace una fractura del lecho del río, tuve tema para todo el día. Apenas doscientos metros, o quizás incluso menos, a los que saqué todo el jugo, dentro de esa estrategia, tan típica tanto de Ánglés, como de la pesca invernal que se llama "defender el fuerte", o lo que es lo mismo, apalancarte en una postura determinada, a sabiendas de que siempre suele haber actividad en la misma, y no salir de ella aunque te estés meando encima, no sea que venga otro pescador y se la haga suya.        
A pesar de que la jornada fue divertida y de que no faltaron las capturas, la verdad es que el tamaño de las mismas dejó mucho que desear. Curiosamente, en esta ocasión tuve la impresión de que los grandes e incluso medianos ejemplares de farios e irisadas se habían ido de vacaciones, o estarían cargando de chocolate la mula que tenía que ir a Belén.    
La única trucha con un porte decente, un ejemplar de fario atlántica de unos 35 cms. fue la primera captura del día, al sucumbir a los encantos de un ligerísimo perdigón de color rojo chillón.
Al entrar en el territorio de las aguas batidas, comencé a tener picadas de ejemplares de trucha juvenil, cuya captura fue la tónica dominante de la jornada: tres casi seguidas, también con el mismo perdigón, en el bullir mismo del pequeño salto de agua.
En el remanso de la corriente, al alejarse del escalón, comenzaron a cebarse peces, que no dudé en tentar n primero con una imitación de emergente de bétido generalista, y luego con una de subímago de la misma mosca, una pequeña efémera olivácea, que era la que estaba eclosionando, aunque de un modo tímido, en ese momento. Tuve la impresión de que debían de estar muy pinchadas, pues no se interesaban lo más mínimo por mis imitaciones, hasta que tomó el subimago una fario de considerable tamaño, que hubiera podido ser la mejor captura del día con diferencia, pero que perdí por desclavamiento a los primeros tiras y aflojas.  
Como siempre que uno está enfrascado en un desafío divertido, el tiempo pasó volando y llegaron las dos de la tarde como quien no quiere la cosa. Viendo que me estaba estrellando contra un muro, intentando hacer picar unas truchas que hacía rato ni se miraban mis moscas, intenté ir a probar suerte a otro lugar, en concreto a otra tabla que hay a escasa distancia río arriba, todo y el riesgo de abandonar el fuerte. Cuando no había avanzado ni unos metros, andando por el mismo río, vi a lo lejos que otro pescador ya estaba ocupando esa postura, así que volví raudo sobre mis pasos para volver a ocupar la fortaleza que, por suerte, ningún otro contendiente en la batalla del río había reclamado para si.
Izada de nuevo la bandera "Rubinsteinfishiniana", salí del río un rato, bien visible en la orilla (¡alto!¡quien vive!¡santo y seña!), eso si, para tomar una lata de te con limón y fumar uno de mis sempiternos "Fortuna". Mientras fumaba, pude observar como en el remanso de la orilla contrario (estaba en la del pequeño salto de agua) se estaban cebando con decisión varias truchas.    
Costo poco engañar a un par de ellas y hacerlas llegar al salabre; solo tuve que usar uno de esos "plumeritos" que tan bien van en las aguas casi paradas como son las emergentes de CDC. Sin embargo... el tamaño de las truchas seguía siendo poco de desear: de nuevo truchitas de palmo y poco más.
Tal como vino la actividad, se desvaneció, y por mas que fui paseando la mosca, buscando picadas "al agua" no volví a ver ninguna ceba. 
Visto lo visto, y que ya eran pasadas largas las tres de la tarde, pasé a enfilar la recta final de la jornada pescando toda la postura "da capo" con una sola ninfa (de nuevo el mini-perdigón rojillo), obteniendo en esta manga cuatro más de esos jaramugos tan bonitos, como de escaso porte.
Con la tarde, habían vuelto las nubes. Olía a humo de leña y de quema de rastrojos. Tan pronto, relativamente, como a las cuatro y media de la tarde y ya oscurecía. Un cuadro típicamente otoñal, de un día de pesca más "Magic Anglès", a rematar con una buena merienda.
Gran invento (si se usa con buen tino, como todos los inventos) esto del Whatsapp. Mientras merendaba con calma y leía la prensa del día, recibí uno de esos mensajes de mi buen amigo Dmitriy G., que había estado pescando, hacía pocas horas, a spinning en la zona libre sin muerte del Ter, unos cuantos kilómetros mas abajo de Anglès. Había capturado y soltado unos quince truchas pero... también todas pequeñas, excepto una que quizás rondaría los 35 cms, O sea, una jornada de resultados bastante parecidos a la mía. Por lo visto, en este sábado pre-navideño las truchas pequeñas se habían adueñado del río. Quizás, las grandes tenían ya dolor de cabeza de tanto escuchar villancicos.   



JORNADA DE PESCA Nº 776


Sábado, 12 de Diciembre de 2015

Temporada 2015 - 2016 - Nº 11
Temporada de Cotos Intensivos de Salmónidos 2015 - 2016 - Nº 10

Coto Intensivo de Anglès - El Pasteral S. M. - TE015
Río Ter

Pescador: Ferran RUBINSTEIN

Capturas: 8 truchas fario a ninfa y 2 truchas fario a mosca seca

Equipo de pesca a mosca:

Caña: Vision GT-Four - 9 pies - línea 5
Línea: Adams 6 WF - flotante
Carrete: Sage 4550

Climatología: mañana nublada y fría; mediodía y tarde soleados, con el paso de nubes altas, con temperatura templada.

Caudal: bajo

Condiciones de vadeo: vadeo sin dificultad, siendo recomendable el uso del bastón de vadeo

Hora de inicio de la jornada: 10,15 h.
Hora de finalización de la jornada: 16,30 h.

La música de hoy:

Viaje de ida:

Sinfonía nº 3 "Trágica"
Félix Draeseke

Sinfonía nº 4 (1ª parte)
Emilie Mayer

"Danzas de Maroszék"
Zoltan Kodály

Viaje de vuelta:

Sinfonía nº 5
August Klughardt

Sinfonía nº 4 (2ª parte)
Emilie Mayer


Líneas Tensas!


Ferran RUBINSTEIN.

miércoles, 9 de diciembre de 2015

JP-775.FARIOS DEL LARGO PUENTE DE DICIEMBRE, Y UN POCO DE REFLEXIÓN SOBRE NUESTRAS ZONAS LIBRES SIN MUERTE. Sábado, 05/12/2016


Sorpresas plateadas, pero farios al fin y al cabo, esperan en el Llobregat a aquellos que no desdeñen pescar en aguas turbias. 


Pequeña, pero coqueta, fario de aguas quietas.
Si el sol asoma a media mañana, y las efémeras eclosionan, no es raro que a primera hora de la tarde alguna trucha de las zonas libres del Llobregat  se interese por las moscas secas bien presentadas.  




JORNADA DE PESCA Nº 775



REFLEXIONES SOBRE LAS ZONAS LIBRES SIN MUERTE, FUERA DE AGUAS TRUCHERAS.


No conozco mucho de los hábitos de los pescadores deportivos, y en especial de la parroquia mosquera. de otras Comunidades Autónomas de nuestro país durante los meses de la veda de la trucha. Sin embargo, me da la impresión de que muchos de ellos ven con sorpresa, estupor y algo de sana envidia, sobre todo a través de ese moderno escaparate de vanidades que es Facebook, como los catalanes bombardeamos las redes sociales con fotos de capturas de truchas en meses de plena veda.
Que no se llamen a engaño. Aquí en Catalunya, desde hace ya unos cuantos años, el tema de los intensivos en otoño e invierno es cada día más patético: se dejan de repoblar, también de vigilar como Dios manda (salvo muy pocas y contadas excepciones) y se esquilman por furtivos rápidamente. De poco sirve que se deje pescar en algunos de ellos sin muerte, pues la población residual de truchas que queda no justifica el pago de un permiso demasiado caro. Queda, eso si, ese bien conocido referente de Anglès, coto intensivo sin muerte todo el año, pero al ser de lo poco por lo que vale la pena pagar por pescar está siempre sobrepescado, y sus truchas muy pinchadas, resabiadas y escarmentadas.
Entonces... ¿de donde sacamos los Catalanes tantas fotos de truchas, algunas de ellas tamaño trofeo  en plena época de veda?¿De donde salen esos machos de fario de morro ganchudo y esas irisadas asilvestradas que semejan Steelheads del Pacífico? . Pues muy fácil: de zonas libres sin muerte  Así de sencillo.
La pregunta del millón es ¿pero...como se pueden pescar esas truchas, si se supone que estos peces viven en aguas que deberían estar vedadas?. Muy fácil: desde hace años, los ecologistas bien pensantes, a los que la Admistración da mucho crédito, han ido delimitando cada vez más las aguas trucheras a las cabeceras de las cuencas, en donde la pesca "oficial" de la trucha está circunscrita a fecha de hoy,  y abogando por la creación de zonas libres sin muerte tanto en aguas trucheras como no trucheras, suponiendo que estas últimas son para, en teoría, la pesca sin sacrificio de ciprínidos. Asimismo, la Administración, aparte del monotema de la creación de un estado propio, y entre otras decisiones que puedan afectar al ejercicio de la pesca deportiva o recreativa, ha disparado con bala, de unos años a esta parte, contra los cotos intensivos con muerte, suprimiendo unos cuantos y limitando las repoblaciones a los que quedan, dentro de una estrategia de limitar el poder que antaño tenían tanto las Sociedades de Pescadores locales, como la Federación Catalana de Pesca y Casting.
Dejando la política aparte, y por mal que pueda pesar la opinión que voy a exponer a continuación, el hecho de que haya una buena población de truchas en cuencas medias, e incluso bajas, de los ríos catalanes, especialmente en las llamadas cuencas internas (o sea de los ríos Ter y Llobregat)  se debe a que durante muchos años en aguas de estos ríos que hoy no se consideran "trucheras" hubo no tan solo cotos intensivos, sino incluso cotos tradicionales de temporada. Tantos años de repoblaciones generosas, sobre todo por parte de las sociedades locales en épocas de "vacas gordas" y la ayuda de las redes de canales, que trajo consigo la industrialización desde finales del Siglo XIX, en donde las truchas siempre tienen refugio seguro, han convertido nuestras cuencas medias en un sorprendente habitat truchero. No sufran las almas temerosas de que esto tenga visos de acabarse: si las estas truchas, que ya saben incluso reproducirse en el río, fueran alienigenas malignos ya podríamos darnos por invadidos y exterminados.
Por supuesto, y como no podría ser de otra manera en un colectivo tan cainita como el nuestro, el de los pescadores ¿deportivos, recreativos, paseantes, místico-trascendentales, mediático-posmodernos? se ha tardado bien pronto en declarar una guerra civil por el uso, en "derecho de conquista" de estas zonas libres sin muerte.Una parte de la parroquia mosquera (afortunadamente una minoría, todo y el mucho ruido mediático que hacen), no contenta con el hecho de que la pesca de la trucha se haya arrinconado a las cabeceras, en donde las zonas de pesca sin muerte solo con mosca superan de largo a las de pesca tradicional, pretende ahora que las zonas libres de ciprínidos -que muchos de ellos tanto ayudaron a que dejaran de ser cotos trucheros- se deban pescar solo a mosca (¡que curioso! ahora que resulta que hay truchas les sobran los pescadores de cipínidos tradicionales. o los que.siempre han ido a tentar las bagras con cucharillas a falta de truchas cerca de su casa)  O sea, un auténtico acto de egoísmo y un desprecio prepotente y soberbio hacia compañeros de otras modalidades como el spinning o el carpfishing, con el agravante de que estos colectivos han hecho un gran esfuerzo para adaptar señuelos y anzuelos a la pesca sin muerte requerida en estas zonas.
El límite de lo absurdo, ha llegado cuando se han llegado a reclamar solo para pesca con mosca extensiones de río de hasta 67 kilometros, tengan esas aguas truchas o no, y sin importarles que, en sus riberas y antes de que muchos de ellos supieran lo que era una caña de mosca y una cola de rata, ya había gente de los pueblos que pescaban carpas, barbos y bagras con cebo.  
Fijaros que para mi, en mi condición de pescador a mosca, lo más fácil sería unirme a estas pretensiones para facilitar mis intereses. Sin embargo, mi ética y mi punto de vista sobre lo que debe ser la pesca me dicen que no puedo unirme a esas abusivas demandas, pues supondría la defensa de los privilegios de una minoría de minorías, algo que como socialista real está muy lejos de mis ideales. Definitivamente, y tras la demostración de que los pescadores de otras modalidades saben practicar la pesca sin muerte, sería una tremenda injusticia que las zonas libres sin muerte sirviesen solo para solaz de una autoproclamada élite, convirtiéndolas en escaparate de una vanidad y una prepotencia que anula todo lo que de bonito tiene la pesca, sobre todo lo más primordial: que cada cual la pueda vivir practicándola con la modalidad que más le guste.
En fin el tema de las zonas libres sin muerte trae, ha traído y traerá cola. He aprovechado este artículo, de una jornada de pesca en una de estas zonas, en concreto de la cuenca del Llobregat, para exponer no tan solo mi opinión, sino también mi disgusto ante lo que creo un abuso.
Y ahora... vamos ya de una vez a hablar de pesca, que es lo que la mayor parte de los seguidores de este blog están esperando.

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AHORA YA TOCA HABLAR DE PESCA, QUE A ESO HEMOS VENIDO.


A pesar de lo largo del puente de la Constitución-Inmaculada, solo fui a pescar, a lo largo del mismo, el sábado 5 de diciembre.
Durante el viaje a una de las tres zonas libres sin muerte del Llobregat en la comarca del Berguedà abiertas todo el año, al estar fuera de lo que se consideran "aguas trucheras" (tranquilos los amantes del secretismo, que no voy a decir cual), cayó una breve precipitación, de las muy pocas que regaron el Principado a lo largo del seco otoño de 2015 (recordad que estoy escribiendo, desde hace tiempo, los artículos de este blog con casi tres meses de retraso) que aportó más bien poca agua y se desvaneció, en una mañana gris y húmeda, sin mas historia.
Pese a lo ceniciento de las primeras horas del día no hizo apenas frío, registrándose unos confortables 11 º C a las diez de la mañana cuando me metí en un Llobregat un tanto turbio, pero perfectamente pescable, que bajaba con un pequeño repunte al alza en su caudal, de apenas un metro cúbico por segundo más que en mis últimas visitas a esta zona. Lejos de crfecer, la nubosidad se fue disipando con las horas, dando paso a un mediodía y una tarde soleados aunque sin un importante aumento de la temperatura.
Posiblemente, esta jornada fue de las que menos he andado por dentro y fuera del río en mucho tiempo, pues para pescar, con relativo éxito, me bastaron  menos de doscientos metros muy concretos de la zona que estaba faenando, explotando como mucho tres posturas muy concretas: corrientes moderadas con algo de profundidad, corrientes rápidas con escasa profundidad y una poza con el agua casi parada. Tan solo una vez, ya entrada la tarde, fui andando río abajo con la intención de pescar otro punto en concreto de la zona y desistí de hacerlo, volviendo al lugar donde había pasado la mañana, al encontrarme allí a otro pescador (al que vi de lejos) y no ser mi intención molestarle.  
Dada la relativa turbidez del agua, opté por pescar a ninfa, con un par de imitaciones oscuras: una pheasant tail de color morado oscuro y un perdigón granate. Como estrategia, pesqué las corrientes moderadas lo mas "al hilo" posible que se pueda pescar con una caña de 9 pies,  las corrientes rápidas de escaso calado con una sola ninfa y sin señalizador de picada, lanzando largo aguas arriba, y la poza otra vez en corto con dos ninfas.
Por suerte para mi, a partir de primera hora de la tarde, algunas truchas se animaron a comer en superficie y esto me permitió pasar un buen rato pescando a mosca seca, con el añadido de emoción que esto, por lo menos para mi, siempre supone.
Contra pronóstico, todo y que suele suceder más a menudo de lo que parece, el bolo se evitó a las primeras de cambio, en concreto a la cuarta varada en las corrientes moderadas, cuando una fario mediana y de una preciosa librea plateada tomó, en la deriva baja, la ninfa de color morado.
A partir de allí, pescando primero todas las corrientes moderadas y las más vivas, del modo en que he explicado unas líneas más arriba, no obtuve ninguna picada más, todo y que volví "da capo" a repasar concienzudamente todo el tramo.
Turno de poza. Aquí, en aguas casi paradas, y pescando en  corto (difícil hacerlo en largo, dado que un tronco con varias ramas está allí cruzado en el río desde hace tiempo), obtuve una segunda picada, convertida en captura, de otra trucha fario mediana, pero con la librea más marrón.
Tampoco pude gastar tanto tiempo en la poza como hubiera querido. Hace años que no se puede transitar con facilidad, pues el agua, a la mitad de la misma, le llega a un bajito como yo (1,68 m.) más arriba de la cintura  y el lecho del río es una auténtica ciénaga de barro pestilente. Así que me tuve que conformar con seguir pescando la primera cuarta parte del casi parado de agua, con el agua hasta la entrepierna, hasta que frita la postura a golpe de dúo de ninfas, sin hallar respuesta por parte de los peces, el frío me hiciera volver a la orilla.
Repetición de los dos primeros tercios. Tras salir de la poza, desentumecer un poco las piernas y aprovechar para beber una lata de té con limón y orinar largo y espumoso, volví a peinar los dos primeros escenarios, esta vez con "jogo bonito", con una sola ninfa y buscando picadas en la distancia, tanto aguas arriba, como aguas abajo, pero tampoco obtuve ningún resultado positivo.
Cambio de tercio. El estoque por la muleta. Pasado largo el mediodía solar me senté frente a la poza a esperar la ocasión de que las truchas dieran alguna señal de comer por arriba, ya que ese sitio suele ser de los que casi siempre tiene peces activos en superficie a la mínima que se den las oportunas circunstancias, que en ese momento se daban: ligero aumento de la temperatura, ausencia de viento y comida en el agua: una eclosión moderada de efémeras con toda la pinta de baetis muticus.       
Me dí el tiempo de fumar un cigarrillo (y orinar otra vez, que eso de pasar frío, escuchar como corre el agua y beber diuréticos activa lo suyo la vejiga) y si no veía cebas me iba con la caña a otra parte. Como por arte de encanterio, a medio cigarrillo aparecieron algunos tenues círculos de cebas en el punto más conflictivo de la poza... justo en la salida de la misma, cuando la corriente comienza a ganar velocidad.
Mal sitio para intentar una captura. Al menos dos peces comían con cierta cadencia en esa salida de badina y era casi todo lo que estaba a tiro en superficie en ese momento. Como mucho, había visto un par de cebas más bien dentro del escenario: la una arrimada a la vegetación de la orilla derecha, y otra pegada al tronco cruzado en medio del mismo.
Como siempre que tengo dudas, acerca de si comen francas arriba o pillan a media agua, recurrí al eterno comodín de la emergente generalista con hackle de gallo y exhuvia. Lo peor fue la presentación, pues tampoco tenía demasiado espacio detrás mio para sacar mucha línea, toda vez que trabajaba con un bajo largo, para que al bajar lo mas flojos y destensados posible ambos elementos evitasen la brutal dragada de la mosca producida por el arrastre de la corriente rápida, desde donde no me tocaba otra que lanzar.
Tras un rato de hacer componendas para presentar, recurriendo incluso a rodados que lo único que hacían era empapar la mosca, cambié de estrategia. Viendo que una de las cebas comenzaba ya a ser muy franca y repetitiva, opté por sacar menos línea, aproximarme con suma discreción y  tentar al pez muy a punta de caña, con apenas un par de metros de cola de rata fuera de la última anilla y el bajo corto, como si estuviese pescando un arroyo de alta montaña. Este vez si, la estrategia funcionó y fue visto y no visto que tomase la mosca una preciosa fario muy parecida a la anterior, salvo en una sorprendente coloración dorada en el vientre, que como no, buscó su salvación huyendo corriente abajo para zafarse del anzuelo emplumado. De bien poco le sirvió, pues venía bien clavada y llegó a mi sacadera sin mucha más historia.
El pandemónium de la pelea debió ahuyentar a la otra trucha "fronteriza" (de la frontera badina-corrientes, claro está), pues dejó de cebarse de inmediato y ya no volvió a dar señales de actividad. Por suerte, entre la "frontera" y el tronco todavía había movimiento. De hecho, el mismo. El poder salir de dentro de la corriente me permitió ganar unos cuantos metros, para plantarme a paso de tortuga en los primeros metros de las aguas paradas, ganando así también largo de cola de rata adicional para poder pescar lanzando sobre el hombro con más desahogo y soltura. Todo y asi, volví a rectificar el bajo (uno de esos excelentes anudados de mi amigo Alfredo C., de La Rioja) alargándolo un poco.
Los peces disponibles no estaban muy entusiasmados con la emergente, así que hice un par de cambios (emergente de CDC e imitación de lo más parecido a un subimago de baetis muticus con hackle) hasta que a la tercera, y con una mosca ¡verde! en parachute conseguí primero que picase la más arrimada al tronco (tras rozar la enganchada en el mismo, todo sea dicho), terminando la misma en el salabre, y que después clavase la que estaba a tocar de la vegetación de la orilla, la cual recuperó la libertad antes de llegar a mi red de mano, desclavándose en la pelea. Ambas farios también estaban en el baremo de truchas medianas (o sea de entre 25 y 35 cms.), y tenían todo el aspecto de ser de genética atlántica de repoblación, posiblemente descolgadas de algún coto lejano.
Tras este episodio de pesca a mosca seca, salí del río al ver que ya no había actividad alguna en superficie. Me senté un rato a fumar en la orilla, feliz y satisfecho, esperando a ver si algún círculo de ceba anunciaba una vuelta a la actividad, pero no fue así.
Para variar, por primera vez en el día, salí del corto tramo que había estado pescando, para marchar a otra latitud de la zona libre sin muerte, en concreto a una tabla medio kilómetro río abajo, en donde habitualmente suele haber movimiento. Al llegar allí, fue cuando divisé a otro pescador ocupando la misma, y me marche por donde había venido. La jornada había transcurrido más rápida de lo que pensaba, y el cansancio y la pereza me hicieron desistir de ponerme a pescar, de un modo itinerante, a ninfa el largo tramo de río, rico en corrientes de todas velocidades, que me había saltado en mi cambio de tramo.
Volví a la poza cuando el sol de la tarde comenzaba a anunciar uno de esos tempranos ocasos del final del otoño. Nada de nada. Las truchas parecían haberse esfumado. Como mucho, vi dos cebas, esporádicas y faltas de cadencia, más allá del tronco cruzado en el cauce del río, que estorba en sobremanera cualquier lance largo y, ademas, marca la frontera entre el confort térmico o el acabar tiritando de frío en los dominios de esas aguas casi paradas que, a la sombra, parecen cargadas de misterio.
El fin de la jornada estuvo marcado por la vuelta a pescar a ninfa en corto, montando un apaño de alargamiento de terminal de hilo en el bajo de línea, en el mismo sitio en donde había empezado en la gris mañana, que ahora bajo el sol casi invernal se me antojaba muy lejana. Tenía decidido recoger la linea y plegar la caña a los veinte golpes de muñeca, y cuando iba por el doceavo tuve una picada potente, de una trucha arco-iris que quizás sería la más captura más grande del día. Iba prendida del perdigón granate y, más por mi falta de habilidad en la pelea por el cansancio del día que por méritos del pez, terminó desclavándose. Fiel a mis decisiones, y viendo que no había perdido la ninfa, ejecuté la treceava varada, la catorceava, etc. hasta que a la que hacía veinte salí definitivamente del río.
Como es costumbre no perdoné la merienda,  esta vez en un pueblo cercano a la zona que tampoco suelo frecuentar mucho, pero me quedaba cerca. Olía a fuego de leña,. Los urbanitas de puente en la comarca animaban un poco unas calles apagadas y un tanto tristes, en las que una parodia de lo que podría considerarse iluminación navideña me recordó que en menos de tres semanas estaría devorando el pavo de la comida de Navidad.
     
 


JORNADA DE PESCA Nº 775



Sábado, 5 de diciembre de 2015

Temporada 2015 - 2016 - Nº10


Zona libre sin muerte del Llobregat  (ciprínidos) - El Berguedà
Río Llobregat

Pescador: Ferran RUBINSTEIN

Capturas:  2 truchas fario a mosca seca y 2 truchas fario a ninfa

Equipo de pesca a mosca:

Caña: Vision GT-Four - 9 pies - línea 5
Línea: Adams 6 WF - flotante
Carrete: Sage 4550

Climatología: mañana nublada y templada, tras un episodio de lluvia de madrugada; mediodía y tarde soleados y templados.

Caudal: medio-bajo

Condiciones de vadeo: vadeo sin dificultad, siendo recomendable el uso del bastón de vadeo.

Hora de inicio de la jornada: 10,00 h.
Hora de finalización de la jornada: 16,15 h.

La música de hoy:

Viaje de ida:

Sinfonía nº 6
"Una fiesta eslava"
Alexander Glazunov

Concierto para violoncello y orquesta en "DO" mayor
Eugen d´Albert

Viaje de vuelta:

Sinfonía nº 8
Oberura Solemne
Alexander Glazunov

Rapsodia para violín nº 1
Rapsodia para violín nº2
Bela Bartók

Líneas Tensas!


Ferran RUBINSTEIN.

miércoles, 2 de diciembre de 2015

JP-774. "MOMENTOS PICO" Y "MOMENTOS VALLE", DENTRO DE LA ACTIVIDAD CONTINUA DE LAS TRUCHAS. Martes, 01/12/2015




Esta fario, que resultó ser la de mayor tamaño del día, tenía una curiosa lesión en la boca, de manera que presentaba una siniestra sonrisa. Quizás el pobre animal fuese víctima del desanzuelado chapucero de un gran streamer o de una cucharilla de anzuelo triple, que le dejó la boca totalmente torcida.


La sombra de un bolo comienza a ser muy grande cuando pasado largo el mediodía no has tenido ni una picada. Sin embargo, si las truchas se dejan ver en superficie en alguna postura, es cuestión de atrincherarse allí y "defender el fuerte" hasta el final, existoso o no, de la batalla. 



JORNADA DE PESCA Nº 774


¡Que vicio! No habían pasado ni tres días desde mi última salida de pesca, el último sábado de noviembre, que ya estaba de nuevo metido en el río, con la caña en ristre, aprovechando mi último día de vacaciones del año 2015, de entre los del haber de mi calendario laboral.
¡Ya veis! Primer día de Diciembre y pescando. Y por si fuera poco, disfrutando del río en un día bonancible y de temperaturas inusualmente altas para la época del año, cosa habitual en el otoño de 2015, que efectivamente pasó a ser uno de los más cálidos y secos de lo que llevamos de siglo. Y os lo puedo confirmar porque estoy escribiendo este artículo tan a "toro pasado" como a mediados de febrero de 2016.
El caudal del río Ter´, aguas abajo de la presa del Pasteral, no había variado para nada desde el sábado, así como tampoco lo había hecho a lo largo del otoño. O sea, seguía con ese ridículo "mínimo ecológico" que no llega ni a los 5 m3/seg., y que junto con lo pinchadas y escarmentadas que están las truchas en el sobrepescado "Magic Anglès" es uno de los factores que se pueden combinar para llevarte un buen bolo.
De nuevo, como "animal de costumbres" que soy (además de la sublimación del poco riesgo y escasa innovación pescando) volví a la parte de baja del coto, animado por los relativamente buenos resultados de tres días antes (1).
En esta ocasión, los resultados de las primeras dos horas de pesca, entre el puente de Sant Julià de Llor y la desembocadura de la Riera de Osor, no pudieron ser más descorazonadores: ni una picada, en un río "mudo" en el que no vi ni una ceba por asomo, cosa esta última quizás un poco normal, dada la ausencia de eclosiones que hubo en ese intervalo de tiempo. Lo probé lanzando largo con ninfa ligera, pero la verdad es que la cosa no funcionó tan bien como había funcionado tres días antes en ese mismo sitio.
A diferencia del sábado anterior, relativamente contra pronóstico al tratarse de un laborable, en este primer día de diciembre sí que vi más gente pescando en la parte baja del coto. En concreto, desistí de pescar la parte justo encima de la desembocadura de la Riera de Osor en el Ter, para no molestar a un pescador que estaba allí faenando.
Dando un rodeo por la angostura del riachuelo, recuperé el cauce del río principal con el fin de ir a pescar la postura siempre tan querenciosa del inicio del Tramo 2 (2), en la que había triunfado en mi última y reciente edición de "Magic Anglès".
¡Rayos y truenos! La postura de mis deseos, ese fuerte en donde atrincherarme si las truchas estaban activas, estaba ocupada no ya por uno, sino por dos pescadores. En vez de desesperarme, esta vez decidí ser paciente y aguardar turno.
Como estaban enfrascados a lo suyo, los pescadores ni repararon en mi presencia. Pescaban con cañas largas, de esas de 10 pies o mas, y por el gesto repetido vi enseguida que lo intentaban con ninfa al hilo. Desafortunadamente para sus intereses, no recibieron ninguna picada en el relativamente corto intervalo de tiempo en que ametrallaron literalmente la postura. Lo que me llamó la atención fue que habiendo una buena colección de peces cebándose en superficie, en ningún momento se plantearon  pescarlos a mosca seca. Me da la impresión de que el monotema ninfa está limitando, más que ampliando, los horizontes de muchos pescadores, sobre todo de los recién llegados a esto de la pesca a mosca, y especialmente de los que están encadenados al resultadismo de sacar peces al precio que sea. 
La pareja de pescadores marchó de la postura mucho antes de lo previsto, con lo que pude tomar posesión de "El Álamo" sin disparar ni un solo tiro.  ¡Todo el fuerte para mi! Ahora...¡a defender el mismo con uñas y dientes!.
Antes de adentrarme en el territorio de la corriente peiné un poco la poza, que cierra la gran roca roma en medio del río, a base de lanzar largo, con la ayuda de la cola de rata, el pequeño perdigón rojo que tanto éxito me proporciona siempre. El éxito fue inmediato, y en pocos lances capturé tanto una irisada de buen tamaño, como una fario también por encima de 35 cms., con esa técnica y ese señuelo.
Esta fario, que resultó ser la de mayor tamaño del día, tenía una curiosa lesión en la boca, de manera que presentaba una siniestra sonrisa. Quizás el pobre animal fuese víctima del desanzuelado chapucero de un gran streamer o de una cucharilla de anzuelo triple, que le dejó la boca totalmente torcida. El caso es que  el animal, bravo por naturaleza, seguía en el río cazando y comiendo para sobrevivir. Mi pequeño perdigón sin arponcillo le debió de parecer casi una caricia, comparado con lo que posiblemente haya tenido que sufrir.
Pero no había plantado mi bandera en el mástil del fuerte para eso. Seguramente, si hubiera seguido pescando de un modo más especulativo, en este caso lanzando el perdigón, hubiese optimizado mucho los resultados cuantitativos de la jornada. Pero no había venido para esto. La actividad en superficie, ahora que la había y de un modo constante, me pedía que disfrutase de extender los excelentes bajos de línea de mi amigo Alfredo C. (3), y de que diera alegría a mis sentidos pescando a seca, disfrutando de ese espectáculo impagable que es ver subir a las truchas a tomar la mosca.
No fue de los días más fáciles, pescando a mosca seca en esta postura tan habitual en mis visitas a la parte baja del coto, pero tampoco fue de los más difíciles.  Los resultados de cerca de dos horas pescando sobre una buena cantidad de bocas suelen ser de los habituales en esta postura en concreto, en esta época del año, con el río tan bajo de caudal y para un pescador mediocre como yo: cuatro truchas fario (todas de entre 30 y 35 cms.), y dos más, también pintonas, que se me desclavaron a las primeras de cambio.
Todo y que la actividad de las truchas en superficie no cesó por completo a lo largo de la tarde, y que persistían en ello a la hora en que me fui a merendar, la verdad es que mientras estuve pescando hubo momentos "pico" y momentos "valle". Los momentos "pico", en los que la actividad devenía casi en frenesí, coincidieron por el interés de los peces por tomar las moscas en superficie, mientras que en los momentos "valle", en que la actividad se relentizaba un tanto,  los peces comían justo debajo de la película del agua, tomando subímagos.
Estaba más que claro, que las truchas se estaban cebando mayoritariamente a los estadios finales de la metamorfosis de una efémera, concretamente de un bétido de esos que como insecto adulto le llaman "oliva" (una simpática coincidencia con mi apellido real), pero no era desdeñable tampoco la presencia de  dípteros, especialmente los quironómidos, auténticos adictos a cursos de aguas de cuencas medias y bajas, especialmente allí donde no funciona cerca una depuradora.
La rotación de mis moscas no fue mucha: en los momentos  "pico" pesqué con efémeras de CDC o de hackle de gallo, siempre en un anzuelo del 17, y siempre en colores amarillentos o verdosos, mientras que en los momentos "valle" lo hice con mi comodín habitual de estadios emergentes: una emergente grisácea, con hackle, alas y exhuvia dorada de polywing. En cuanto a resultados, de las cuatro truchas solo una fue capturada en un momento "valle" con la emergente, mientras las que capturé en momentos "pico" se repartieron las moscas engullidas del siguiente modo: tres al "velero" de CDC y una al patrón con hackle. Además, también en momentos "valle" tuve un par de picadas más de peces que se zafaron del anzuelo al primer revolcón.   
Tras zurrar a base de bien la postura, fue visto y no visto que llegase casi la hora de plegar la caña, si es que quería merendar tranquilo y volver a casa sin prisas, todo y saber que en día laborable es casi seguro pillar tráfico intenso a la entrada de la gran ciudad. Para terminar la jornada, batí las corrientes vivas aguas arriba de la postura, en que tan ocupado había estado, de nuevo lanzando largo una ninfa de escaso peso. En esta ocasión, hubo guinda que coronó el pastelito: una última captura en forma de fario de más que aceptable tamaño. Eso si, nada que ver con el monstruo de río con el que, en el mismo sitio, había combatido tres días atrás (4).   
Un día muy divertido, pescando como a mi más me gusta había llegado casi a su fin. Quedaba la merienda, releyendo con calma la prensa que ya había ojeado por la mañana, a la hora del desayuno, y el atracón de buena música camino de casa. Pequeños e impagables placeres de los días de pesca,  que aspiraba a repetir el sábado del Puente de la Inmaculada, preámbulo siempre de la vorágine consumista navideña y habitual prólogo festivo de la estación invernal que ya se aproximaba. Pero las aventuras de ese día ya son otra historia, que tarde o temprano os contaré.    


  
(1), (2), (3) y (4). Leer más detalles en el artículo anterior Jornada de Pesca nº 773 del 28/11/2015



JORNADA DE PESCA Nº 774


Martes, 1 de diciembre de 2015

Temporada 2015 - 2016 - Nº 9
Temporada de Cotos Intensivos de Salmónidos 2015 - 2016 - Nº9

Coto Intensivo de Anglès - El Pasteral S. M. - TE015
Río Ter

Pescador: Ferran RUBINSTEIN

Capturas:  4 truchas fario a mosca seca, 2 truchas fario a ninfa y  1 trucha arco-iris a ninfa.

Equipo de pesca a mosca:

Caña: Vision GT-Four - 9 pies - línea 5
Línea: Adams 6 WF - flotante
Carrete: Sage 4550

Climatología: mañana soleada y fría pero sin valores negativos; mediodía y tarde soleados y templados.

Caudal: medio-bajo

Condiciones de vadeo: vadeo sin dificultad, siendo recomendable el uso del bastón de vadeo.

Hora de inicio de la jornada: 10,00 h.
Hora de finalización de la jornada: 16,30 h.

La música de hoy:

Viaje de ida:

Fantasía en "MI" menor
Anton Rubinstein

Rapsodia húngara nº 4 (versión orquestal)
Franz Liszt

Viaje de vuelta:

Concierto para piano y orquesta en "SOL" menor
Anton Dvorák

Concierto para violoncello y orquesta nº 2
Joachim Raff

Líneas Tensas!


Ferran RUBINSTEIN.